PUBLICADO en el número de KINÉ Diciembre 2009
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http://www.revistakine.com.ar/ultimonumero.htm
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"MUSICALIDAD AL DANZAR TANGO"
Prof. Andrea Díaz (2008)
Revisado por: Myriam Mumbach
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http://www.revistakine.com.ar/ultimonumero.htm
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"MUSICALIDAD AL DANZAR TANGO"
Prof. Andrea Díaz (2008)
Revisado por: Myriam Mumbach
De observar y transitar, me atrevo a decir que la danza del tango es un juego entre dos. Se miran, se acercan, comienzan los pequeños movimientos que se trasmiten de un cuerpo al otro. Se encuentran, dialogan, recorren el espacio, conviven con otros; se llenan de energía, la descargan, se lucen, comparten un mismo código, fluyen, perciben, se desencuentran y se vuelven a encontrar…
Cuerpos que no son solo piel, huesos, músculos y sistemas funcionales. Son cuerpos con todo lo que un ser humano significa: con cargas emocionales, psíquicas, históricas, físicas, limitaciones y posibilidades; energías que se combinan, que traspasan límites y se encuentran con posibilidades diferentes cada vez.
Encuentro personal único e intransferible. Encuentro lleno de emociones, conocimientos, experiencias, vivencias, sensibilidades diferentes que se ofrecen mutuamente para compartir una tanda de tangos, valses o milongas. Ahí, donde algunos bailan y otros danzan, el movimiento es el protagonista, la motivación y el resultado. Podría producirse todo este “ritual” en un silencio en el cual los cuerpos en movimiento generen sus propios sonidos. Sería posible que cada estímulo sonoro externo pueda colarse en este diálogo en forma transversal como un condimento más para realzar el sabor y ser parte de la paleta de colores a utilizar.
Paleta de colores de una inmensa riqueza que le sugiere a la sensibilidad del bailarín poner su cuerpo al servicio del arte, de la danza o del baile social.
… Sugiere… sensibilidad… riqueza… movimiento… música… tango…
¿Qué hay detrás de estas palabras, de cada una de estas palabras?
Y… ¿qué es música? ¿qué sabemos, conocemos, intuimos como música? ¿qué manifestamos y aceptamos como música? ¿cómo nos relacionamos con ella? ¿cómo fue nuestra “Educación Musical Básica”? ¿qué hemos transitado? ¿qué hemos aprendido de este lenguaje? ¿qué es esto de la musicalidad? ¿por qué danzamos con música generalmente? ¿existen relaciones entre la música y el movimiento? ¿desde dónde podemos investigarlas?
Pensar sobre estas cuestiones nos enfrenta a lo conocido y a lo desconocido, también al gran desafío de la superación diaria de cada uno de nosotros. “…una cosa es haber oído o leído algo, esto es, tener mera noticia de ello y otra cosa es reconocer lo oído o lo leído, es decir, pararse a pensarlo…” Martín Heidegger - Serenidad
Considero de suma importancia la reflexión para poder abordar con serenidad el tránsito por el aprendizaje de una disciplina, un lenguaje nuevo. El tiempo dedicado es lo que nos lleva a la experiencia, la conciencia, el dominio, la posibilidad de elección.
Para el bailarín, en este caso de tango, es necesario transitar el aprendizaje de la música desde la percepción al movimiento, poniendo en funcionamiento sus conocimientos previos respecto a su cuerpo (pulsación, respiración, tensiones, distensiones, etc.), a su sensibilidad y a su experiencia física, ya que ella es la que nos permite tomar conciencia, apropiarnos y transitar el nuevo conocimiento.
Y ¿qué es la música?… podríamos hablar y decir mucho, comparar diferentes épocas y diferentes culturas, recorrer dentro del tango mismo sus orígenes y sus códigos tanto en la música como en la danza, asi como también las influencias de su entorno en las diferentes épocas. Inclusive, podríamos observar los diferentes compositores y arregladores para encontrar en cada etapa y en cada creador riquezas propias y compartidas. El lenguaje de la música, de los sonidos, va tomando la forma propia de cada cultura y de cada manifestación en la que surge. En definitiva, la música es expresión, código, posibilidad de sensibilizarse, de expandir límites. Es mucho más que tonalidad y atonalidad, medios electroacústicos, organización, estructuras, frases, ritmos, armonía, pulsos, melodías, dinámicas, orquestaciones, etc. y es todo eso junto también.
Jaques Dalcroze (1865-1950) fue un músico, investigador y pedagogo, su motivación para reformular la enseñanza de la música a principios del Siglo XX fue que “… el cuerpo desempeñaría el papel de intermediario entre el sonido y nuestra mente y se convertiría en el instrumento directo de nuestros sentimientos.”
Para él, “el aprendizaje de la música supone la posibilidad de sentir y representarse el movimiento que encierra, supone la capacidad de organizar los movimientos en el tiempo y espacio sonoro, remite a los poderes de la reflexión y del análisis, posibilita el desarrollo del sentido estético (juicios cualitativos y apreciaciones razonadas) tan necesarias en cualquier empresa de naturaleza intelectual, artística o práctica…”,“… antes de poner el cuerpo al servicio del arte, es conveniente perfeccionar el mecanismo de ese cuerpo, desarrollar todas sus facultades y corregir sus defectos. No basta con que esas facultades se ejerzan normalmente de una forma instintiva, como es el caso en muchos individuos bien dotados. Todavía falta que se hagan conscientes y que no dependan de un estado nervioso momentáneo”.
Y, en el caso que convoca a este artículo, no basta con escuchar la música y comprenderla así como tampoco basta con conocer las posibilidades de movimiento. El trabajo es mucho más arduo, mucho más desafiante porque requiere de tiempo para asimilar ambos conocimientos y relacionarlos en armonía, por contraste, y de iniciar ese camino hacia el propio decir, hacia la propia musicalidad. Y, donde parece que podemos descansar, aparece otro desafío: el comunicarlo al otro en este juego entre dos, en este diálogo donde se funden en un mismo sentir cuerpos, música y movimiento.
Conocer las posibilidades del movimiento y conocer las posibilidades que sugieren el sonido y la música es el gran desafío de las nuevas generaciones de bailarines, no solo para el deleite de quienes los miran sino para el enriquecimiento personal de cada uno de ellos. Cada bailarín podrá elegir si danzará con música o sin ella, si necesita un material sonoro u obra inédita que sea parte de su composición coreográfica. Es necesario que elija realizar su danza sabiendo por qué y cómo, para poder transmitir y comunicar su requerimiento a los músicos con un lenguaje idóneo, para expandir los límites de su propia libertad de expresión.
Cuerpos que no son solo piel, huesos, músculos y sistemas funcionales. Son cuerpos con todo lo que un ser humano significa: con cargas emocionales, psíquicas, históricas, físicas, limitaciones y posibilidades; energías que se combinan, que traspasan límites y se encuentran con posibilidades diferentes cada vez.
Encuentro personal único e intransferible. Encuentro lleno de emociones, conocimientos, experiencias, vivencias, sensibilidades diferentes que se ofrecen mutuamente para compartir una tanda de tangos, valses o milongas. Ahí, donde algunos bailan y otros danzan, el movimiento es el protagonista, la motivación y el resultado. Podría producirse todo este “ritual” en un silencio en el cual los cuerpos en movimiento generen sus propios sonidos. Sería posible que cada estímulo sonoro externo pueda colarse en este diálogo en forma transversal como un condimento más para realzar el sabor y ser parte de la paleta de colores a utilizar.
Paleta de colores de una inmensa riqueza que le sugiere a la sensibilidad del bailarín poner su cuerpo al servicio del arte, de la danza o del baile social.
… Sugiere… sensibilidad… riqueza… movimiento… música… tango…
¿Qué hay detrás de estas palabras, de cada una de estas palabras?
Y… ¿qué es música? ¿qué sabemos, conocemos, intuimos como música? ¿qué manifestamos y aceptamos como música? ¿cómo nos relacionamos con ella? ¿cómo fue nuestra “Educación Musical Básica”? ¿qué hemos transitado? ¿qué hemos aprendido de este lenguaje? ¿qué es esto de la musicalidad? ¿por qué danzamos con música generalmente? ¿existen relaciones entre la música y el movimiento? ¿desde dónde podemos investigarlas?
Pensar sobre estas cuestiones nos enfrenta a lo conocido y a lo desconocido, también al gran desafío de la superación diaria de cada uno de nosotros. “…una cosa es haber oído o leído algo, esto es, tener mera noticia de ello y otra cosa es reconocer lo oído o lo leído, es decir, pararse a pensarlo…” Martín Heidegger - Serenidad
Considero de suma importancia la reflexión para poder abordar con serenidad el tránsito por el aprendizaje de una disciplina, un lenguaje nuevo. El tiempo dedicado es lo que nos lleva a la experiencia, la conciencia, el dominio, la posibilidad de elección.
Para el bailarín, en este caso de tango, es necesario transitar el aprendizaje de la música desde la percepción al movimiento, poniendo en funcionamiento sus conocimientos previos respecto a su cuerpo (pulsación, respiración, tensiones, distensiones, etc.), a su sensibilidad y a su experiencia física, ya que ella es la que nos permite tomar conciencia, apropiarnos y transitar el nuevo conocimiento.
Y ¿qué es la música?… podríamos hablar y decir mucho, comparar diferentes épocas y diferentes culturas, recorrer dentro del tango mismo sus orígenes y sus códigos tanto en la música como en la danza, asi como también las influencias de su entorno en las diferentes épocas. Inclusive, podríamos observar los diferentes compositores y arregladores para encontrar en cada etapa y en cada creador riquezas propias y compartidas. El lenguaje de la música, de los sonidos, va tomando la forma propia de cada cultura y de cada manifestación en la que surge. En definitiva, la música es expresión, código, posibilidad de sensibilizarse, de expandir límites. Es mucho más que tonalidad y atonalidad, medios electroacústicos, organización, estructuras, frases, ritmos, armonía, pulsos, melodías, dinámicas, orquestaciones, etc. y es todo eso junto también.
Jaques Dalcroze (1865-1950) fue un músico, investigador y pedagogo, su motivación para reformular la enseñanza de la música a principios del Siglo XX fue que “… el cuerpo desempeñaría el papel de intermediario entre el sonido y nuestra mente y se convertiría en el instrumento directo de nuestros sentimientos.”
Para él, “el aprendizaje de la música supone la posibilidad de sentir y representarse el movimiento que encierra, supone la capacidad de organizar los movimientos en el tiempo y espacio sonoro, remite a los poderes de la reflexión y del análisis, posibilita el desarrollo del sentido estético (juicios cualitativos y apreciaciones razonadas) tan necesarias en cualquier empresa de naturaleza intelectual, artística o práctica…”,“… antes de poner el cuerpo al servicio del arte, es conveniente perfeccionar el mecanismo de ese cuerpo, desarrollar todas sus facultades y corregir sus defectos. No basta con que esas facultades se ejerzan normalmente de una forma instintiva, como es el caso en muchos individuos bien dotados. Todavía falta que se hagan conscientes y que no dependan de un estado nervioso momentáneo”.
Y, en el caso que convoca a este artículo, no basta con escuchar la música y comprenderla así como tampoco basta con conocer las posibilidades de movimiento. El trabajo es mucho más arduo, mucho más desafiante porque requiere de tiempo para asimilar ambos conocimientos y relacionarlos en armonía, por contraste, y de iniciar ese camino hacia el propio decir, hacia la propia musicalidad. Y, donde parece que podemos descansar, aparece otro desafío: el comunicarlo al otro en este juego entre dos, en este diálogo donde se funden en un mismo sentir cuerpos, música y movimiento.
Conocer las posibilidades del movimiento y conocer las posibilidades que sugieren el sonido y la música es el gran desafío de las nuevas generaciones de bailarines, no solo para el deleite de quienes los miran sino para el enriquecimiento personal de cada uno de ellos. Cada bailarín podrá elegir si danzará con música o sin ella, si necesita un material sonoro u obra inédita que sea parte de su composición coreográfica. Es necesario que elija realizar su danza sabiendo por qué y cómo, para poder transmitir y comunicar su requerimiento a los músicos con un lenguaje idóneo, para expandir los límites de su propia libertad de expresión.
Tel. 15-5260-1895
Prof. de Música (Guitarra)
Posgrado en Rítmica Dalcroze.
musicalidadandreadiaz@gmail.com
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Posgrado en Rítmica Dalcroze.
musicalidadandreadiaz@gmail.com